Que se transforman en verdaderos laboratorios, un territorio de juego, pero también en un espacio para profundizar, indagar la capacidad de sus ideas de materializarse y proyectarse en la riqueza del espacio y sus materiales.
Todos los procesos vividos han desencadenado la activación de sus motores de pensamiento. La interacción, la participación y autonomía, la voz, la imaginación dejaron listas las estructuras que ayudarán al niño en sus etapas formales, no solo como información, sino como estructuras a largo plazo
La exploración, la indagación, la acción, la emoción, la imaginación y las relaciones buscan tener un espacio más formal en el espectro general de sus experiencias. Sin dejar atrás todo lo anterior, ahora su pensamiento se proyecta con profundidad sobre las cosas. Querer incidir sobre estas necesita que comprendamos cómo y por que funcionan las cosas. El arte y la ciencia ahora son herramienta.
La acción es un modo de relacionarse con las cosas, saber qué pueden hacer con ellas y qué tipo de propuestas hacen a partir de estas, es algo que los niños entre los 3 y los 4 años piden y refuerzan, porque son protagonistas y responsables de su propio aprendizaje que tiene que materializarse en formas, situaciones y cosas que le repiten y proyectan una imagen de si mismos y a todo momento, el potencial de sus ideas.
Sin dañar la expectativa y entusiasmo natural por estos, ellos van incorporando estos intereses a sus juegos, a su cotidianidad, en sus dibujos y expresiones, que nosotros escuchamos, acogemos y enriquecemos con la precaución de no sustituir la riqueza de sus otros lenguajes de comunicación, entendimiento y expresión del mundo.
Los números, las letras y los conceptos van llegando de manera natural y se incorporan, a partir de la necesidad, no como instrucciones del adulto, sino como elementos indispensables para construir su sistema de relaciones con el mundo.